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El de Capurnos es, sin duda, uno de los puentes más bellos de todo Aragón. Cruza el río Jalón para comunicar Morata con el pueblo nuevo de Chodes.
El Puente de Capurnos cruza el río Jalón en el camino viejo a Chodes. Fue mandado construir por el conde de Morata en 1675 y diseñado y realizado por Juan de Marca, el prestigioso arquitecto francés que levantara también el palacio de Argillo y el pueblo nuevo de Chodes. Presenta un buen estado de conservación, ya que se ha actuado hace algunos años sobre su calzada.
El contrato de la obra del puente está fechado el 20 de abril de 1675, y a él se acompañó un plano de las pilas sobre las que iba a apoyarse y dos dibujos de su alzado, que se conservan en el AHPZ lo mismo que el contrato de la obra, que figura en el Archivo Municipal de Arándiga.
La capitulación del puente es extensa y repara mucho en cuestiones de seguridad y firmeza, que era lo fundamental en una obra de esas características. El lugar fue previamente elegido, lo que indica que, pese a que existía una licencia antigua, otorgada en 1491 por Fernando el Católico en pleno asedio de Granada, para construir un puente sobre el Jalón junto a Morata con el derecho a cobrar pontaje (un tributo por el derecho a pasar por él), ese puente o bien no llegó a construirse o bien estuvo ubicado en otro lugar; esto último es probable, puesto que a finales del siglo XVII había en Morata una zona llamada “del Puente Viejo”.
Realizado en buena y bien trabajada sillería, el puente de Capurnos cruza el cauce del Jalón mediante un único arco de gran luz, que durante su construcción provocó dudas sobre su estabilidad. Si se mira desde abajo, se advierte claramente su perfil corresponde al tradicional de “lomo de asno”, es decir, a dos vertientes con un vértice que coincide con la clave del arco. Sin embargo, al recorrer la calzada del puente apenas se advierte subida ni bajada: en el contrato se estipuló que las entradas fueran «suaves» y es evidente que esa condición se cumplió escrupulosamente.
El arco se apoya sobre dos pilas de grandes dimensiones y sólido perfil, que se prolongan hacia las orillas en dos muros de considerable longitud. Una de las pilas está prácticamente en el límite del cauce, mientras que la otra se adentra en tierra a cierta distancia del agua. Esa disposición, seguramente debida a la necesidad de hallar dos puntos estables para la cimentación, fue otro de los puntos de conflicto a la hora de evaluar el diseño proyectado por Juan de Marca, pero como ha quedado demostrado, fue una decisión correcta.
En lo que sí se atendió a las correcciones realizadas en la visura del proyecto fue en la ampliación de la anchura de la calzada; es un puente de pretil bajo, pero se recorre con confianza gracias a su amplitud, que se acrecienta todavía en los apartaderos correspondientes a las pilas. La piedra del pretil es más oscura y densa que la del resto de la obra, que parece, a simple vista, porosa y ligera.
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